Hay quienes dicen que al fútbol no se lo explica, se lo siente. Este fue el Olimpia de las adversidades. olimpistas, festejen porque uno nunca sabe, la gloria se valora y se disfruta.
No es fácil el tema. Festejen olimpistas porque este torneo tiene un sabor especial. Porque este fue un equipo por el que nadie apostaba nada, besó la lona en algunas ocasiones y se terminó llevando todo.
Con un perfil más gasolero, el Decano encontró un plan. Martín Palermo, sencillez, cierta mística del pasado y mucho amor por la camiseta, las cosas que pregonó el deté para sus jugadores e hinchas. Lo llevó a cabo. Con velocidad. Supo aguantar las turbulencias. Lo puso en práctica y acá está el resultado. No luce mucho, pero es bastante efectivo. El resto a otra cosa. Se daba con el paso a paso. La estrella 47. Ya no hay lugar en la vitrina franjeada.
Es una sequía importante que cortó con el sello del «Titán». Si no era hoy era contra Nacional, si no era con Nacional era contra Luqueño. Nada de mano a mano. Hubo una sola mano. La de Olimpia. Lo de hoy en la «terraza» tocó sufrir como siempre.
Olimpia campeón, un campeón inexplicable desde los números pero que justificó su título partido a partido, mostrando un carácter que no tuvo nadie. Un campeón que provocó más emociones que chances de gol, pero campeón al fin.
La Copa Libertadores ya le dio la bienvenida. El 2025 le obligará otra vez a ser protagonista. Eso sí, tendrá que jugar mejor porque lo de este año fue inexplicable.