Por Ana Balbuena https://www.linkedin.com/in/anaibalbuena/
Como he mencionado en varios artículos, muchas empresas, especialmente en países de Sudamérica, aún predomina una visión centrada en los resultados financieros, dejando en segundo plano a las personas que hacen posible el negocio. Sin embargo, los tiempos han cambiado y hoy, más que nunca, es crucial adoptar una mirada humana en la gestión organizacional.
Lo que quiero traer hoy, son las estadísticas que reflejan y respaldan esta necesidad de humanizar.
Según un estudio, el 54% de los empleados no se siente cómodo en su lugar de trabajo, y el 64% de ellos atribuye esta incomodidad al desinterés de la empresa hacia sus empleados. Este descontento puede traducirse en menor productividad y mayor rotación de personal.
Desinterés se refiere a ofrecer un menú de trainings aunque nada tengan que ver con el día a día o con el posible desarrollo de los empleados, desinterés quiere decir hacer encuestas de clima y luego no dar retorno o no generar acciones de impacto, desinterés quiere decir no ocuparse de desarrollar la consciencia de lo que implica ocupar un lugar de liderazgo.
Por otro lado, la inteligencia emocional, que implica reconocer y gestionar las emociones propias y ajenas, representa un 58% del éxito en diversos roles, seniorities, y rubros. Esto destaca la importancia de habilidades interpersonales y empatía en el entorno laboral.
Cuando los empleados, clientes y proveedores son considerados protagonistas en la toma de decisiones, no solo mejora el ambiente laboral, sino también la productividad y la lealtad hacia la empresa. Un colaborador que se siente valorado se compromete más; un cliente que percibe empatía y cercanía se fideliza, y un proveedor tratado con respeto se convierte en un socio estratégico.
Las organizaciones que priorizan el bienestar de las personas logran mejores resultados a largo plazo, aún así es cada vez más evidente el impacto del bienestar en el día a día. Esto es, que no se trata solo de beneficios sociales o discursos motivacionales, sino de decisiones concretas que incluyan la voz de quienes integran toda la cadena de valor.
La alta dirección y cada persona que ocupa un rol de gestión de personas, tiene la responsabilidad de impulsar este cambio, entendiendo que la rentabilidad y el bienestar humano no son opuestos, sino aliados en la construcción de empresas sostenibles y exitosas.
Como siempre, dejo abiertas algunas preguntas para la reflexión:
⁃ Del 1 al 10, no importa el tamaño o rubro de la organización, cuánto dedico de mi tiempo a conocer el interés genuino de la gente que forma parte de la empresa?
⁃ Si lo conozco, he desarrollado acciones dirigidas a mejorar el clima?
⁃ Si fue así, podrían compartirlas? Las buenas prácticas SIEMPRE suman.