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Detrás de cada negocio tradicional hay un legado familiar que trasciende generaciones. En «Hijas de Feliciana Fariña» y «Chipería Kali», ese legado vive a través de mujeres que forjaron identidad gastronómica y mantuvieron encendido el corazón artesanal. Más que vender chipa, ambas marcas honran sus historias, celebran sus raíces y comparten una forma única de ver el mundo.
La historia de Hijas de Feliciana Fariña también se entrelaza con la de Chipería Kali, fundada unos años después (1958) por Antonia y Ángela Olmedo, dos hermanas que comenzaron a elaborar chipa de forma tradicional. La producción se realizaba en el hogar de su madre y luego se vendía en el Mercado Guazú —actual Mercado N°4—, uno de los puntos comerciales más concurridos de Asunción en ese entonces.
En entrevista con Radio 1000 e InfoNegocios, Edith Cuquejo, una de las actuales propietarias e hija de Antonia, recordó que el emprendimiento comenzó en un domicilio que era de su mamá, que poco a poco fue creciendo. «El impulso definitivo llegó gracias a doña Feliciana de Fariña, que vio lo dedicada que era mi mamá y su hermana, y les prestó su horno para que pudieran cocinar en cantidad sus chipas», rememoró.
Si bien la tradición comenzó en los años cincuenta, fue en 1962 cuando se formalizó legalmente la empresa y adquirieron la propiedad donde aún hoy funciona el local principal, sobre Av. Dr. Rodríguez de Francia. Desde entonces, Chipería Kali se convirtió en un ícono de sabor y perseverancia. “La empresa siempre fue muy familiar. Desde chicas trabajamos con nuestros primos, los hijos de mi tía Ángela. Hoy ya se está integrando la cuarta generación, nuestros hijos”, contó Edith.
En Paraguay, la chipa es omnipresente. Está en los viajes de ruta, en los desayunos, en las reuniones familiares, en Semana Santa; como parte de lo cotidiano y lo emocional.
Para Edith, de Chipería Kali, hablar de chipa es hablar de Paraguay. “La chipa es uno de los alimentos más importantes para el paraguayo, por su valor nutritivo y su accesibilidad. Dos chipas con leche pueden ser suficientes para un trabajador hasta la tarde”, indicó. Su función como sustento diario y su presencia en momentos puntuales como la Semana Santa refuerzan su peso cultural.