Este año, la Semana Santa en Tañarandy tuvo un significado especial. Fue la primera sin la presencia física de Koki Ruiz, pero su esencia, su arte y su visión siguen más vivos que nunca.
La familia de Koki Ruiz estuvo a cargo de la organización del evento, manteniendo la tradición y respetando el espíritu con el que él lo construyó durante más de tres décadas. Fue un homenaje a su vida y su obra, un reconocimiento a su inmenso aporte a la cultura paraguaya y al arte sacro popular.
La procesión del Viernes Santo fue y seguirá siendo el corazón de la celebración, con el Camino de la Luz iluminado por miles de candiles de apepú. Todo esto refleja lo que Koki Ruiz siempre quiso representar: la fe del pueblo, el arte como expresión de lo sagrado y la unión de la gente en un acto de profunda espiritualidad.
Tañarandy no solo es un evento religioso o artístico, es un símbolo de identidad, de resistencia cultural y de la capacidad del arte para transformar y emocionar. Este año, más que nunca, cada detalle fue un reflejo del legado de Koki Ruiz y su amor por este lugar.
En una Semana Santa muy especial, personas provenientes de distintos sitios del país, caminaron juntos este sendero de luz y rindieron homenaje a quien hizo de Tañarandy un espacio donde arte y fe se encuentran para siempre.