Luka Modric ya es historia pura en el inmenso Real Madrid. El pequeño genio de Zadar, el que conquistó al Santiago Bernabéu con su elegancia silenciosa y su fútbol majestuoso, le dijo adiós al Real Madrid tras más de una década vistiendo de blanco. Con él se marcha no solo uno de los mejores centrocampistas en la historia del club, sino una parte del alma de este equipo y uno de los mejores del mundo.
Siempre fue ADN Real Madrid. Brújula, reloj y motor. El sabelotodo. Sensibilidad en los pies. Fue el auxilio perfecto en las prórrogas imposibles, el primero en alzar la voz cuando el partido lo pedía, el último en rendirse.
Desde su llegada en 2012, Luka escribió una historia inolvidable. Seis Champions League, cuatro Ligas, incontables títulos. Con su Croacia, elegido Balón de Oro en 2018, fue el único en interrumpir el reinado Messi-Cristiano. No enamoró a todos con su clase en la cancha.
Se fue Modric. Con el 10, el número mágico y su cinta en esa cabellera que lo caracteriza.
Dicen que todo tiene un final, que todo termina, pero no. Hay recuerdos inolvidables, emociones que se guardan para siempre. Son 13 años y 28 títulos. La mística del croata y esa sensibilidad para jugar a la pelota, perdurarán en el Real Madrid.
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