Por Ana Balbuena https://www.linkedin.com/in/anaibalbuena/
Como ya saben, me encanta hablar de acciones innovadoras, de nuevas y buenas prácticas que impactan positivamente en el bienestar organizacional y en la evolución orgánica de las organizaciones. Hoy quiero invitarte a pensar en el futuro, pero no como una idea lejana o abstracta, sino como una construcción que ya comenzó.
El 85% de los empleos que tendrán éxito en 2030 no existen en la actualidad. Esta afirmación —que parece exagerada— surge de investigaciones del Institute for the Future (Palo Alto), en colaboración con Dell Technologies. Y aunque puede generar vértigo, también abre una ventana fascinante a lo que está por venir.
Hoy estamos educando, contratando y formando personas para un mundo laboral que cambiará radicalmente en menos de cinco años.
¿Cómo se prepara una organización, una persona o incluso una escuela para roles que todavía no se han inventado?
La clave está en cambiar el foco: menos énfasis en los títulos y las descripciones de puesto, más atención a las habilidades transferibles. La capacidad de aprender, de adaptarse al cambio, de colaborar con equipos diversos (muchas veces remotos), de pensar críticamente y de crear soluciones con tecnología será más valiosa que muchos conocimientos técnicos que hoy parecen imprescindibles.
No se trata de adivinar el futuro, sino de diseñarlo activamente. De abrir conversaciones en las organizaciones sobre los nuevos liderazgos, los modelos híbridos, el impacto de la inteligencia artificial, la importancia de la mentoría y la humanización de los entornos laborales.
En este camino, la aplicación del modelo de competencias de prospectiva se convierte en una herramienta estratégica. Se trata de desarrollar la capacidad de identificar patrones emergentes, reconocer la complejidad del entorno y comprender el funcionamiento de los sistemas que nos rodean.
Este modelo se organiza en torno a seis competencias básicas del pensamiento futuro:
1. Encuadre: definición del alcance del proyecto, del tema central y de las condiciones actuales.
2. Escaneo: exploración de señales de cambio como indicadores de lo que podría venir.
3. Futuros: construcción de una línea de base y exploración de futuros alternativos.
4. Visualización: desarrollo de una visión clara y compromiso con un futuro preferido.
5. Diseño: creación de prototipos o artefactos que acerquen esa visión a la realidad.
6. Adaptación: generación de opciones que permitan a las organizaciones responder con flexibilidad ante escenarios futuros.
Y como anticipó Alvin Toffler: “los analfabetos del siglo XXI no serán quienes no sepan leer y escribir, sino quienes no sepan aprender, desaprender y volver a aprender.”
¿Estamos cultivando la curiosidad, la empatía, la capacidad de cuestionar, de reinventarse, de fracasar y volver a intentar? ¿O seguimos premiando la obediencia y el cumplimiento a corto plazo?
El futuro no es un destino fijo, es una construcción colectiva, y empieza hoy, con las decisiones que tomamos como líderes, como educadores, como personas.
¿Qué estás haciendo hoy que te prepare para un mañana que aún no tiene nombre?
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