La Albirroja regresa, después de 16 años, a la Copa del Mundo. Con el seleccionador argentino Gustavo Alfaro como magistral conductor quebró le hechizo que empezó después de la participación en Sudáfrica 2010; sin presencia en Brasil 2014, Rusia 2018 y Qatar 2022. El deté rafaelino convenció con su discurso, lanzó frases que transmitieron un espíritu ganador y logró un objetivo que al empezar el recorrido asomó imposible.
Ahí estará Paraguay, que fiel a su estirpe nunca se rindió: aún en los momentos oscuros, en donde la brújula no descubría el Norte. El ciclo de Alfaro cumplió 11 partidos, con cinco triunfos, cinco empates y una derrota, en la anteúltima fecha, de visitante contra Brasil.
«Cuando nosotros tomamos este desafío, estábamos convencidos de que esto lo podíamos lograr. Como habíamos planteado desde un primer momento, la idea era llegar al último partido con Perú dependiendo de nuestro resultado. Muchas veces, las expectativas que uno puede llegar a poner son las que te impulsan. Pero si esas expectativas no se sustentan en la diagramación de un camino para tener certezas por dónde tenés que ir, de qué manera transitarlo, es muy complejo y, a veces, esas expectativas te terminan jugando en contra», argumentó el profe Alfaro.
«Había que recuperar el ADN histórico de Paraguay: su garra y templanza para expresar su fútbol. Vinimos porque estábamos convencidos de que podíamos dar vuelta la historia, aun sin prometer resultados», agregó Alfaro, en la rueda de prensa previa al empate con Ecuador.
«Jamás dimensioné lo que iba a venir después. Yo vine a agitar a los jugadores para que reaccionaran. Se los dije después del partido de Brasil. Tenía que zamarrear el árbol para que se cayeran las arañas, porque los frutos estaban ahí. Creo que eso fue lo que yo vine a hacer. Jamás dimensioné lo que el país podía llegar a agitar, lo que el país podía identificarse y representar», explicó el argentino.
Alfaro hizo principal hincapié en la importancia que tuvo el pueblo en la conquista, algo que lo sorprendió gratamente.
«Era un sueño lo suficientemente grande para que entre un país entero. Pero para eso había que conquistar las voluntades. Primero de los jugadores, después de la gente y que se vayan jugando. Ahí es donde uno empezó a entender la fuerza que tiene este país. Uno empezó a entender la capacidad que tiene este país cuando se une detrás de una causa. Yo siento que podrán tener más calidad, cantidad, más cosas…pero no sé si van a tener el orgullo, la humildad, la generosidad que siempre definió y caracterizó a este país. Los jugadores interpretaron eso y la gente lo percibió», acotó el cazador de utopías imposibles.
Las diferencias quedaron en recuerdo. Es tiempo de festejo. «Te vinimos a ver, te vinimos a alentar, de la mano de Alfaro nos vamos al Mundial”, cantaron los hinchas.
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