Olimpia sigue en modo autodestructivo, es un loop interminable, que no reconoce de treguas, que destruye figuras, idolatrías y trayectorias, que se alimenta de los malos resultados y de las desastrosas decisiones de la dirigencia, a esta altura con una inocultable responsabilidad en un proceso degenerativo que no encuentra piso.
Olimpia, eliminado de la Copa Paraguay, otra debacle que ya forma parte de la vitrina de la vergüenza.
Ya se trituró a varios detés, pasando por un plantel que cuesta defender en su conformación general y también pasando por un Éver Hugo Almeida que no puede, con su sabiduría cansada, torcer el rumbo del equipo, pasando por figuras que cuesta reconocer (Richard Ortiz, entre otros) y un conjunto de futbolistas a quienes la camiseta les queda grande, pesada, fuera de escala.
En el resto de la noche, Olimpia fue lo que fue en todo este largo proceso de deterioro. Con voluntad intermitente, sin ambición, sin calidad en la generación de juego, con falta de soluciones colectivas, con poco desequilibrio individual, que acabó siendo superado por un equipo como Atlético Tembetary que le ganó desde los 12 pasos con un poco de solidez, algo de astucia y total convencimiento, algo que el equipo de Almeida nunca tuvo.
Olimpia, en su conjunto, está en seria revisión. Ya son suficiente las pruebas, las señales, de que esta forma de conducción está agotada. Y se le acabó la chance de clasificarse a la Copa Libertadores 2026.
Y nada, pero nada, parece funcionar. Y mientras tanto Olimpia colecciona papelones. Había tocado fondo con Bulo Bulo, eliminación prematura en Libertadores y de yapa colero, actualmente lejos de los puestos por copas internacionales y lo vuelve a tocar anoche vistiendo de «héroe» a los de Tembetary.
Ya con varios partidos, Éver Almeida puso su trayectoria en el paño de la crisis. Evidentemente, a Almeida se lo lleva puesto el momento, porque el planteo de su equipo es difícil de defender y de explicar. Pero está claro que no alcanza con cambiar al técnico, en definitiva un fusible. Lo peor es que no hay nadie que tenga la receta para salir de semejante oscuridad. Se hunde como el Titanic y no hay salvavidas para nadie.
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