No se puede ignorar el patético estado del campo de juego del estadio Antonio Aranda, con césped quemado, pozos y arena, dificultando el accionar de los jugadores y poniendo en riesgo su físico. El partido más atractivo de la primera fecha del Clausura se jugó con esto. Vergonzoso.
Hablemos del partido. Se vio desde el inicio un Olimpia intenso, con Alan Franco movedizo, arriesgando en los pases para filtrar a los puntas que son Derlis González y Lucas Pratto, quien le anularon un gol por milímetros. Lo vio el VAR, trazó línea y dictaminó su decisión.
Guaraní no tuvo peso. Mucho desorden. Desprotegido en defensa y por los costados.
Los dos trataron de jugar a su forma, porque la pelota era un conejo y los tacos de botines se hundían en la cancha con desniveles y huecos por todas partes.
En el segundo tiempo, Olimpia entró enchufado. Temprano, en el centro del campo, Hugo Fernández capturó un rechazo corto de Piñatarez, pase largo para Derlis que ganó por potencia, el centro a media altura. Allí apareció Lucas Pratto con el punto final. Sí, el «Oso», después de mucho volvió a dar en el blanco.
Luego, Francisco Arce movió su banco y metió a tanques y velocistas por los costados. Buscó de todas las maneras posibles. La fuerza aérea decana estuvo sobrio y sacando todas, hasta que hubo un fallo que le costó.
Palermo, también hizo lo suyo. Oxigenó su mediacancha y esperó para el contraataque. Sin embargo, sufrió y se quedó en los últimos 20 minutos y que pudo haber ampliado el marcador.
El Aborigen se le fue encima, con desorden pero al frente. Encontró una mano evidente de Junior Barreto. El ojo del VAR confirmó y Gaspar Servio, el infalible desde los 12 pasos, transformó el 1-1.
Así terminó. Un partido peleado. Para el Decano, son dos puntos perdidos y un punto de oro para el Aborigen.