Por Gonzalo Quintana
Una gran noticia, el presidente tomó, desde mi punto de vista, la mejor iniciativa de lo que va de su mandato al convocar a todo el espectro político con representación a Mburuvicha Róga, la casa del gobernante.
Es un gran paso, que ojalá sea el primero de muchos otros que nos permitan a los paraguayos tener un gobierno en los términos del artículo 3 de nuestra Constitución que dice:”…El gobierno es ejercido por los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial en un sistema de INDEPENDENCIA, equilibrio, COORDINACION y RECIPROCO CONTROL…”
No puedo evitarlo, les pido disculpas, no quiero banalizar este momento que puede ser fundacional…pero, sinceramente, durante toda la madrugada repicaba en mi cabeza “SIGANME LOS BUENOS”. Es decir, visualizo un presidente al frente, tomando decisiones y convenciendo a la nación que nos lleva por el camino correcto, hacia el bienestar.
La gran tarea política de un presidente es convencer, sobre todo al pueblo, que lo que él se propone hacer es lo que le conviene al país. Es hora de desenredar, porque estuvo enredado con conductas políticas de parte de su entorno que, hasta hoy, muestran un absoluto desprecio por la ética, la razón, la decencia.
Estoy convencido que el presidente no necesita de atajos, ni concesiones indebidas, indecorosas, rayanas a la inmoralidad, el abuso y el estimulo a lo indebido. Estoy convencido que está dotado de la capacidad de convencer, si se propone, de los proyectos que considera necesita el país.
Todos los proyectos, todas las iniciativas, todas las propuestas tendrán sus detractores y sus criticas y está muy bien que así sea. Pero dependerá de su capacidad, no de otro, para convencer y viabilizar, como se hace en cualquier república que funciona.
No va ser fácil, tendrá que salir de la zona de confort que significa que una persona levante el pulgar para aprobar iniciativas. Ese confort trucho porque a cambio se debe asumir la incomodidad de aceptar decisiones y conductas que reprueba profundamente en la intimidad.
En este sentido la oposición tiene una enorme responsabilidad, deben estar juntos pero no mezclados. No deben obstruir, de eso se trata la COOPERACIÓN, pero sin renunciar a la “independencia” y al “control”. Más que eso, su obligación principal es ofrecer mejor alternativa a lo que presenta el gobierno y tratar de convencer al presidente, parlar, hablar.
Parlar…se hace en el Paralemento, en la sede del Congreso. El presidente gobierna desde su sede natural que es “Mburuvicha róga”, la casa del jefe.
Los partidos políticos tendrían que debatir los asuntos de interés del Estado, los temas de interés común de la nación, no solo de interés partidario en sus respectivas sedes.
Los movimientos políticos lo pueden hacer en una dependencia que en una casa normal se utiliza para comer asado.
Cuando la arquitectura mezcla los espacios se crea un enorme problema político. Cuando se pretende gobernar desde donde se cocina, tarde o temprano, se fracasará en ambos sentidos, en gobernar y la comida saldrá quemada.
En este sentido, también, la decisión del presidente puede empezar a poner las cosas en su lugar.