Por Ana Rojas Viñales – Economista e Investigadora, especialista en políticas públicas – anarojas@eco.una.py ✉️
La inflación es el aumento generalizado y sostenido de los precios que se da en un periodo determinado, se mide comúnmente a través del índice de precios al consumidor (IPC). Algunos de los factores que impulsan la inflación son el aumento de la demanda, el incremento en los costos de producción, la expansión monetaria, los precios internacionales, la devaluación de la moneda, los eventos climáticos o geopolíticos y las expectativas inflacionarias. Esto último se refiere a que, si los consumidores y las empresas anticipan alzas de precios, podrían darse ajustes en los salarios y los precios, lo que a su vez, genera mayor inflación.
Al respecto, el foco de este artículo es la inflación de alimentos, como desafío global que afecta tanto a economías desarrolladas como en desarrollo, con impactos directos en la seguridad alimentaria, la pobreza y el bienestar de las personas. En particular, los precios de los alimentos se relacionan con el cambio climático, los costos de transporte y producción y las tensiones en los mercados internacionales.
El gasto en alimentos representa una parte relevante del consumo de los hogares, especialmente en aquellos de menores ingresos, donde la proporción destinada a alimentos es considerablemente alta. Según datos del Banco Central del Paraguay, durante el 2023, los precios de los alimentos aumentaron interanualmente alrededor del 7,5%, muy por encima de la variación interanual de la vivienda, el vestido y los gastos varios (2,9%, 2,5%, 4,7%). En tanto que la inflación general interanual en el mismo periodo fue de 3,9%.
Grafico 1. Inflación interanual de alimentos e inflación interanual general. Años 2018 – 2024 (1)
La inflación de alimentos tiene efectos significativos en el poder adquisitivo de las familias, es decir, la propensión a consumir, limitando las posibilidades de ahorro e inversión. Los hogares ricos ahorran más que los hogares pobres, tanto en términos absolutos como en porcentaje del ingreso. Tanto así que, los hogares muy pobres no pueden ahorrar absolutamente nada y más bien, podrían necesitar créditos para cubrir sus necesidades.
Para conocer el porcentaje que las personas destinan a su consumo, debería analizarse también el nivel de ingresos per cápita mensual y, como proxy del consumo, el costo de una canasta básica de alimentos (2) y el costo de una canasta básica de alimentos y servicios (3). El ingreso per cápita del quintil más pobre representa el 27,4% del promedio de ingresos total y el 13,6% del ingreso per cápita del quintil más rico (EPHC, 2023).
Gráfico 2. Promedio de ingresos per cápita por quintil en guaraníes. Año 2023.
En el 2023, la línea de pobreza extrema para el área urbana es de Gs. 359.480 y línea de pobreza total es de Gs. 853.778, entonces, para conocer la propensión a consumir alimentos por quintil de ingresos demuestra que, los hogares más pobres destinan mayores recursos a su consumo: 22,8% para alimentos y 54,2% para alimentos, bienes y servicios, respectivamente. En contraposición, los hogares del quintil mas rico, destinan el 3,1% y el 7,4% al consumo de alimentos y al consumo de alimentos, buenes y servicios.
Tabla 1. Propensión a consumir de los hogares por quintil de ingresos. Año 2023.
Y, otro aspecto muy importante, es también analizar cómo afecta la inflación al consumo por género. Existe evidencia de que los roles de género y la división sexual del trabajo determinan la distribución de las responsabilidades dentro y fuera del hogar, como también el tipo de trabajo, los ingresos y la autonomía económica. Por eso, al comparar la propensión a consumir de hombres y mujeres, con el ingreso promedio, queda demostrado que, las mujeres dedican mayor proporción de sus ingresos que los hombres al consumo de alimentos y de alimentos, bienes y servicios.
Gráfico 3. Propensión a consumir de hombres y mujeres. 3T2022 – 3T2024. (4)
Básicamente, lo que se confirma con estos datos es que, la inflación de alimentos (y de alimentos, bienes y servicios) afecta de manera distinta a la población, ya sea por niveles de ingreso, como también por género. Gran parte del ingreso de los hogares se destina a los alimentos, una de las necesidades básicas de las personas.
Pero también, se confirma que, debido a las grandes desigualdades que existen en la distribución de ingresos de la población, la inflación puede afectar de manera significativa o no, la calidad de vida de los hogares. El hecho de que existan cada vez más hogares encabezados por mujeres y que ellas perciban ingresos equivalentes apenas al 78% del ingreso de los hombres, puede profundizar las vulnerabilidades y las carencias de las familias.
Con todo eso, resalta la necesidad de diseñar políticas publicas para mejorar el ingreso de las familias, principalmente a través del empleo y, por supuesto, implementar medidas para controlar la inflación. La combinación de estrategias que fortalezcan la autonomía económica de las mujeres y reduzcan las disparidades de ingresos ayudarían a asegurar que las familias puedan satisfacer sus necesidades básicas y mejorar su calidad de vida.
Nota:
Las estimaciones presentadas son referenciales, calculadas con datos de fuentes oficiales.
(1) Datos a noviembre de 2024.
(2) Indicador conocido como línea de pobreza extrema monetaria.
(3) Indicador conocido como línea de pobreza monetaria.
(4) Cálculos con datos del tercer trimestre de cada año.