En La Huerta, el hincha de Libertad decía que esto no se nos puede escapar. Había rostros de preocupación. Hoy era tenés que ganar. Se puede decir que el equipo liberteño tuvo sus sofocones. Hay que recordar que el Gumarelo cuando estaba dulce le metió 5 a General Caballero en Mallorquín. Quiso ser un equipo refrescante. Roque Santa Cruz jugaba de centrocampista y cerca del lateral Matías Espinoza. La jugada de Adrián Alcaraz, cómo fallas un mano al arco, literalmente nadie había frente a los tres palos y terminó la pelota en el patio del vecino.
A Libertad le faltó poder de juego, ancioso. Apurado. En algunas aproximaciones tomó decisiones que reflejan cierta falta de confianza, algo que puede suceder, pero no tan alevosamente en un equipo quiere ser campeón.
A General Caballero le faltó inteligencia para ganarlo. Le faltó talento para dar el golpe. Lo tuvo en un par de contragolpes que no supo capitalizar en gol.
Libertad jugó con poca soltura y demasiada prudencia, con un temor permanente a ser declarado culpable de atrevimiento. Pero con todos sus quilombos, jugando para el traste como se dice en el barrio, una presión en tres cuartos, le tomó la mano a Lucas Sanabria, control de pecho y la zurda infernal para romper la sequía. Zapatazo sobre el reloj para salvar la plata y festejarlo «desnudo».
El equipo de Sergio Aquino, si se consagra en la última fecha, será un campeón discreto. Una imagen desfigurada en Tuyucuá. Tenía la posibilidad de alejarse y lo hizo con un zurdazo para el desahogo liberteño. El próximo partido será ante el 2 de Mayo en PJC. Ganando o empatado, tiene todo para alzarse con su campeonato 26.