El Banco Central tiene la capacidad de suavizar los picos del tipo de cambio y, de hecho, debería hacerlo. Sin embargo, en la práctica interviene solo cuando el dólar sube, pero no cuando baja. ¿A qué responde esta conducta? Principalmente, a su objetivo de inflación, según explicó a Radio 1000 el economista y exministro de Hacienda, Manuel Ferreira.
La meta inflacionaria del Banco Central es del 3,5%. Según explicó su presidente en una reciente conferencia, este año cerrarían en torno al 3,6%. Alcanzar la meta en un solo año no necesariamente es una buena noticia. La propia institución ha publicado trabajos donde se señala que el horizonte de la política monetaria es de aproximadamente dos años. Las decisiones sobre tasas de interés y liquidez tardan en impactar en las distintas variables económicas, y normalmente se necesita ese plazo para converger de manera sostenible hacia la meta inflacionaria.
En este caso, el objetivo se alcanzó en apenas un año. Para reducir la inflación, una de las herramientas centrales es restringir la cantidad de dinero en circulación. Durante 2024 ocurrió lo contrario en una primera etapa: se mantuvieron tasas de interés bajas, lo que permitió el ingreso de una gran cantidad de dinero al mercado. Los bancos otorgaron créditos en guaraníes a tasas similares a las de los créditos en dólares, lo que llevó a muchas empresas a endeudarse en moneda local para luego comprar dólares. Como resultado, el tipo de cambio subió en contramano a lo que ocurría en el resto del mundo.
Ferreira señaló que a partir de junio, el escenario cambió. El Banco Central comenzó a intervenir en el mercado cambiario vendiendo dólares para evitar mayores subas. Cada venta de dólares implica retirar guaraníes de circulación. En una primera fase se inyectaron al mercado cerca de 1.200 millones de dólares, pero posteriormente, con las intervenciones cambiarias, se retiraron aproximadamente 2.200 millones. En términos netos, la plaza se secó en unos 1.000 millones de dólares y las tasas de interés subieron de forma abrupta.
Apuntó que cuando las empresas intentaron renovar sus créditos en guaraníes, se encontraron con tasas del 16%, cuando antes eran del 8%. Frente a ese escenario, comenzaron a endeudarse en dólares y a venderlos en el mercado para obtener guaraníes. Este proceso inverso provocó una fuerte caída del tipo de cambio.
El Banco Central volvió a intervenir solo cuando el dólar intentaba subir, pero dejó que bajara libremente. La explicación es que cerca del 27% de los productos de la canasta familiar están dolarizados y, en teoría, una baja del dólar debería reflejarse en menores precios.
No obstante, la situación resulta llamativa. «Esta es una época del año en la que históricamente el dólar suele subir, impulsado por el cobro de aguinaldos y la mayor demanda de divisas para vacaciones. Aun así, el tipo de cambio cayó. Más llamativo aún fue el amplio margen entre las puntas compradora y vendedora, que llegó a superar el 10%, un claro indicio de especulación», expresó el extitular de Hacienda.
A criterio del actual presidente de MF Economía & Inversiones, las fluctuaciones también fueron excesivas: el dólar pasó de 6.600 guaraníes a fuertes variaciones en muy pocos días. Muchas empresas, que manejan grandes volúmenes, optaron por especular con el tipo de cambio. Esto es comprensible desde el interés individual, pero perjudicial para la economía. No es razonable que una empresa cuyo negocio es vender autos dedique su tiempo a especular con el dólar en lugar de concentrarse en su actividad productiva.
Este comportamiento recuerda a dinámicas típicas de economías inestables, como la argentina. Mientras el Banco Central habla de estabilidad, el mercado cambiario muestra movimientos bruscos y diarios. La economía siempre genera ganadores y perdedores, pero lo que no puede tolerar son fluctuaciones violentas: variaciones del 5% en un solo día o de 300 puntos en el tipo de cambio, cuando históricamente esas correcciones se daban en el transcurso de un año.
El Banco Central, sin embargo, se mantiene al margen, priorizando la baja de precios para cerrar el año con una inflación reducida, expuso el exsecretario de Estado. «El problema es que esta inestabilidad ya está afectando a muchas empresas. La propia autoridad monetaria sabe que la inestabilidad es perjudicial», aseveró.
Consideró que aun así, parece dispuesta a tolerarla para mostrar, al 31 de diciembre, un logro que, según los propios manuales, debería haberse alcanzado en dos años y no en uno solo. «Es muy argentino lo que nos está pasando», reflexionó.
























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