Por Gonzalo Quintana
Una directora de colegio se robó los alimentos del programa Hambre Cero dejando sin ellos a sus alumnos. Un ministro de la Corte Suprema de Justicia denuncia algo que todos sabemos, la corrupción judicial. Los Senadores y Diputados usan discrecionalmente los bienes del Estado como si fueran propio. En el Congreso se constituye una Comisión con claro propósito de persecución política y de dejar un mensaje al interior de la sociedad en el sentido que el “éxito” este ligado a la ignorancia, la arbitrariedad, la prepotencia y la ilegalidad.
Pero, en casi toda la administración del Estado, generalmente, a gente como la directora alguien le seleccionó, es recomendada de alguien y alguien le patrocinó. Alguien con poder político y eso es corrupción. Pero, no se corrompe a la persona solamente; se corrompe el sistema, todos los sistemas que, en este caso de la educación, produce el efecto de aplastar, de destrozar el futuro de nuestros niños y jóvenes.
Informe Pisa. Entre 81 países estamos en el puesto 80. Solamente Camboya nos «ayuda» para no ser el peor.
Un estudiante paraguayo con relación a uno de Singapur tiene una diferencia de 12 años.
Con información constante un paraguayo tendría a los 24 años el mismo nivel de información que uno de 12 de Singapur.
Pisa es un programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (Programme for International Student Assessment) a nivel mundial que mide el rendimiento académico de los estudiantes en matemáticas, ciencia y lectura. Participan voluntariamente más de 80 países.
En paralelo se constituye en el Congreso una Comisión Bicameral de Investigación, conocida como la Comisión Garrote, que parece tener el propósito de demostrar a gritos, estridentemente, que la arbitrariedad, la ignorancia, la prepotencia, la ilegalidad es la que se premia y lo contrario se castiga. Es uno de los productos del mayor de nuestros males: LA CORRUPCIÓN.
Tenemos que parar esta locura que se arrastra desde hace mucho. Ojalá el presidente se decida y sea el principal muro de contención. Posiblemente, él ni se imagina la cantidad de gente que estaría dispuesta a ayudar en esa construcción que no se hace porque falta la autoridad para decir que, donde, cuando, como y con quien. Todos los datos y todos los nombres están sobre la mesa.
Pero, si él no lo hace los ciudadanos tenemos una responsabilidad indelegable para detener este proceso que como la gangrena crece y sabiendo que su cura será cada vez más traumática y dolorosa.
Si el presidente se compromete y asume el roll de guiar a la nación en la lucha vital contra la corrupción habrá mucha gente enojada.
Pero, lo bueno es que se enojarán los que merecen enojarse cuando se trata de sanear a la nación para empezar a dar más y mejores oportunidades en el presente y en el futuro.