Por Robert Marcial González
En uno de sus muchos ensayos tan lúcidos como desopilantes, titulado “El país de la sopa dura” , el Maestro Helio Vera (1946–2008) nos acerca una visión crítica acerca de la realidad social, económica, jurídica, política, histórica y cultural del Paraguay.
El fantástico micro tratado de sociología política latinoamericana -al que el autor prefirió denominar “tratado de paraguayología”- gráfico con precisión quirúrgica, las consecuencias devastadoras que padecen las comunidades cuando son manejadas por claques inescrupulosas e indolentes que se sirven de la política para alimentar su mezquina, rastrera, egocéntrica y onanista concepción del mundo en general y del rol del Estado en particular.
“El país de la sopa dura” , logra evidenciar con elocuencia descarnada, la degradación social, cultural y moral que sufre una sociedad cuando la clase política dirigente (representada por el cartismo en el Paraguay), da rienda suelta a sus apetitos desenfrenados sin reparar en los efectos nocivos que, bajo esa lógica, se generan a nivel comunitario. Aspectos tales como la precariedad del sistema educativo, el prebendarismo y el clientelismo, las penurias que afligen a las minorías excluidas y postergadas de todo, los condicionantes de la pobreza y la marginalidad en la que (sobre) viven la mayoría de los paraguayos, el servilismo y la abyección de los trepadores profesionales que reivindican la figura del líder cuyo único mérito se centra en haber amasado una fortuna de origen dudoso, la concepción del Estado como botón de guerra, la defensa de los atajos que permiten violar la ley y ganar impunidad, el reparto de privilegios a favor de los disciplinados obsecuentes, son algunos de los muchos tópicos de la realidad local con los que Helio Vera gráfica al infortunado Paraguay en el que habita la mayoría de los ciudadanos del país.
Ahora bien, pese a que la realidad denunciada con ironía punzante en “El país de la sopa dura” , se encuentra respaldada y corroborada por todos los indicadores serios y rigurosos que miden el Índice de Desarrollo Humano (IDH) o la credibilidad de las instituciones o los niveles de pobreza, exclusión y marginalidad o el protagonismo dominante de flagelos como el crimen organizado y la corrupción o la precariedad del transporte público o la inseguridad reinante o las carencias estructurales, etc., existen voces. que, desde la claque dirigente representada por el cartismo , descalifican las críticas y niegan la realidad afirmando que las familias paraguayas viven a punta de cheesecake y café late .
Más allá de lo repulsivas e indignantes que resultaron las declaraciones de la vocera de la claque cartista , es importante, en términos de construcción de convivencia democrática, que tratamos de reparar en que, en rigor de verdad, la posición asumida por la cúpula de poder que dirige el país, tanto en el fondo como en la forma, no hace sino reflejar que, en efecto, el Paraguay se encuentra gravementedo y disociado en dos.
Así tenemos, coexistiendo en la realidad dantesca , al Paraguay de los muchos excluidos y el Paraguay de los pocos privilegiados; al Paraguay de quienes deben hacer “polladas” y “tallarinadas” cada vez que necesitan acceder a la salud que les es negada por la indolente claque dirigente y el Paraguay de quienes, con dinero público, pueden acceder cómodamente a sanatorios privados o incluso, a centros hospitalarios de élite como el “Sirio Libanés” de San Pablo o el “Garrahan” de Buenos Aires; al Paraguay en el que la educación de los niños se reduce a habilitar precarias unidades de balbuceante alfabetización sin estructura elemental (aulas, baños, comedores y docentes calificados) y el Paraguay donde los hijos de los políticos (que jamás permitirían que sus retoños acudan a escuelas públicas o utilicen el transporte público) copan los centros educativos privados y monopolizan las becas formativas; al Paraguay donde la gente se pasa entre tres y cuatro horas diarias en buses chatarras que arrean como ganado a quienes intentan llegar a sus lugares de trabajo sorteando todo tipo de penurias y el Paraguay donde los “nepobabys” , “las chulis” y los operadores partidarios, desde la comodidad de sus hogares, se alzan mensualmente con jugosos salarios del erario público sin esfuerzo ni merecimiento alguno con la sola condición de que sigan elogiando el traje invisible del Rey… En síntesis, al Paraguay descrito desde la cruda realidad por Helio Vera en “El país de la sopa dura” y “El país del cheesecake y el café late” descrita de manera mendaz y ruina por el indolente núcleo duro del cartismo.
Es por ello que la ciudadanía, más allá de exteriorizar ruidosamente su descontento por esta nueva afrenta del cartismo , debe agudizar la aproximación crítica tomando en serio el sincero posicionamiento asumido por la desvergonzada diputada cartista pues, nos gusta o no, en su servilismo genético — vocacional, la vocera de la claque dirigente, sintetizó muy bien la visión socio — política y el perfil de Estado que defiende la nucleación a la que pertenece.
Es clave que la ciudadanía advierta que, salvando las honrosas excepciones de personas honorables que integran el Gabinete del Ejecutivo pero que no tienen cabida en el esquema de poder y de decisión reales (pienso, entre otros pocos, en los Ministros del Interior, de Economía, del Trabajo, de Educación o en el asesor jurídico presidencial y el Director de ingresos tributarios) , el modelo de país y de Estado que los cartistas reivindican, está orientado por rufianes incapaces de proyectar un halo civilizador donde se priorice la inclusión y el bienestar colectivo o donde se implementen, en términos prácticos, concretos y virtuosos, políticas públicas tendientes a transformar positivamente la realidad y la vida de los compatriotas privados de todo: privados de empleo digno, de jubilación decorosa, de transporte público eficiente, de seguridad en las calles, escuelas, comercios y hogares, de salud y educación de nivel aceptable, de estrategias que permitan la defensa de nuestros recursos naturales y nuestra soberanía energética o alimentaria, de oportunidades…en fin, privados de un presente y un futuro esperanzadores.
El Maestro Helio Vera ya no está entre nosotros para hacerse eco del contrapunto introducido por quienes, desde el cartismo , proyectando su privilegiada y ultra minoritaria realidad basada en prebendas, negociados y cargos públicos, afirman, contra toda evidencia dada por la acuciante realidad, que vivimos en “El país del cheesecake y el café late” .
Por tanto, es clave que la ciudadanía crítica sepa honrar la memoria y el legado de aquellos que, como Helio Vera , han contribuido desde el compromiso, el ejemplo coherente y la ciudadana, a forjar una democracia de calidad que hoy aún se encuentra en estado embrionario pero ya se ve severamente amenazada debido a la indolencia de la cúpula dirige que el país al compás de la batuta de un ex presidiario cuyo compromiso con la Democracia Constitucional es idéntico al compromiso que demostraron Hitler o Stalin con la promoción de los Derechos Humanos.
Si queremos rescatar y reencauzar el proyecto democrático, es fundamental que sigamos debatiendo con intensidad todos los temas relacionados a los aspectos sociales, económicos, políticos, jurídicos, históricos y culturales que condicionan y hacen al perfil del Estado y que, al tiempo de darnos la posibilidad de nutrir con mayor objetividad nuestras preferencias electorales en la próxima convocatoria a las urnas, nos ayudan a dejar en evidencia a quienes, en su apoplejía moral y ética, mantienen al Paraguay sumido en la miseria y la marginalidad…
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