El rol del mentor en las organizaciones
Por Ana Balbuena https://www.linkedin.com/in/anaibalbuena/
El 27 de octubre se celebró el Día Internacional de la Mentoría. Una fecha que invita a reconocer a quienes eligen el rol de mentores: personas que se forman, se entregan y ponen al servicio de otros su experiencia, su saber y, sobre todo, su ser.
Como mencionaron ayer en la jornada de la Red Global de Mentores LATAM, “el mentoring es ser, no hacer”. Una frase que resume con precisión la esencia de este oficio humano: acompañar sin dirigir, sostener sin invadir, estar sin imponer.
Ser mentora es, ante todo, un acto de humildad. Es confiar en el proceso, en el otro, y por supuesto seguir un método.
Es aceptar que, incluso cuando la persona acompañada toma decisiones distintas a las que uno tomaría, ese es su camino, no el nuestro. Y ahí radica también el aprendizaje más profundo: el de soltar el control y abrazar la confianza.
Con el tiempo, aprendí que cada proceso de mentoría deja huellas. Algunas visibles, otras más sutiles. Pero todas transformadoras.
Estos son algunos aprendizajes que me acompañan luego de cada proceso:
– El cambio no empieza con una decisión, sino con una conversación sincera con uno mismo.
– No hay crecimiento real sin incomodidad.
– El acompañamiento profesional puede marcar la diferencia entre un cambio improvisado y una transición consciente.
– La familia, muchas veces invisible en los títulos laborales, es parte central de cualquier cambio de carrera.
– No hay certezas cuando se da un salto, pero sí hay señales. Aprender a leerlas es parte del camino.
La mentoría trasciende ámbitos y profesiones. Puede darse en la educación, en el deporte, en los emprendimientos, en la vida comunitaria o en las organizaciones. Siguiendo mi línea de siempre —la del bienestar y la salud organizacional— me gusta pensar cuánto más saludables podrían ser las organizaciones si incorporaran la mentoría como una práctica para sus colaboradores. Espacios donde la escucha, la reflexión y el acompañamiento sean parte del día a día laboral, y no un recurso ocasional ante una crisis o una transición.
Hoy, mi reconocimiento va para todos los mentores y mentoras que, desde distintos rincones del mundo, eligen acompañar con generosidad, escuchan sin juzgar y confían en la potencia de cada encuentro.
Porque la mentoría, más que un rol, es un modo de estar en el mundo.


























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