Dra. Ana Rojas Viñales, Economista e Investigadora. Especialista en políticas públicas anarojas@eco.una.py
Al iniciar un nuevo año, es habitual que hagamos una lista de intenciones de aquello que queremos lograr a lo largo de los 365 días, que en otras palabras son “365 nuevas oportunidades”. Esta lista de intenciones no solo puede ser personal, puede ser empresarial, grupal e incluso colectiva. Si revisáramos lo que avanzamos en el 2024 y lo que quedó pendiente para el 2025, son varios los temas en que enfocar nuestros esfuerzos y recursos.
En este sentido, también es importante diferenciar qué es el crecimiento y qué es el desarrollo. Por un lado, el crecimiento es el aumento sostenido de la producción de bienes y servicios de un país, en un periodo determinado, generalmente medido a través del producto interno bruto (PIB). Por otro lado, el desarrollo se refiere a la mejora integral de la calidad de vida de las personas, considerando aspectos como la educación, la salud, el trabajo, la infraestructura.
Podríamos decir entonces, que son caras de una moneda: el crecimiento impulsa el desarrollo, proporcionando los recursos necesarios para mejorar la calidad de vida de la población y avanzar hacia una sociedad más equitativa y próspera. Paraguay ha demostrado un crecimiento económico continuo, lo cual se ha traducido en avances en la educación, la salud, el acceso a servicios básicos.
Gráfico 1. Crecimiento en Paraguay. Años 2010 – 2024[1]
Fuente: Anexo Estadístico de Cuentas Nacionales (BCP, 2024). El crecimiento económico ha promediado 3,7% anual entre 2010 y 2024[2], debido a sectores claves como la agricultura, la energía renovable y el comercio como pilares fundamentales de la economía. Sin
embargo, este desempeño ha enfrentado desafíos importantes, como la pandemia y los efectos del cambio climático, que han impactado temporalmente la tendencia creciente de nuestra economía.
El crecimiento de Paraguay es uno de los más elevados de la región y se proyecta que para el año 2025, el país crezca 3,9%, mientras que América Latina y el Caribe crecería 2,4%, América Latina 2,3% y América del Sur 2,6%, respectivamente (CEPAL, Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe, 2024[1]).
Nuestro país ha logrado mantener una inflación controlada entre el 4% y 5% anual, garantizando estabilidad económica y confianza en los mercados. El PIB per cápita alcanzó un promedio de USD 6.302 entre 2010 y 2024, reflejando un crecimiento sostenido, en tanto que el desempleo se ha estabilizado en torno al 7%, destacando la importancia de la formalización laboral y la generación de nuevos hitos productivos.
Los avances de nuestro país en el ámbito social también son relevantes. La pobreza se ha reducido significativamente 13 pp entre 2010 y 2021, mientras que el Índice de Desarrollo Humano (IDH), que mide salud, educación y economía, ha mejorado en el ranking internacional pasando del puesto 109 al 102, entre 2010 y 2022. Prácticamente toda la población tiene acceso a la educación primaria, y la tasa de alfabetización es cercana al 100%. En el ámbito de la salud, las tasas de mortalidad materna e infantil han disminuido de manera considerable, mejorando la calidad de vida.
Ante estos avances, el país enfrenta desafíos estructurales. La economía sigue siendo altamente dependiente de la exportación de commodities, con grandes posibilidades para la industrialización; la vulnerabilidad ante el cambio climático y los precios internacionales juega un papel importantísimo en nuestra estabilidad económica y social y, por supuesto, la seguridad alimentaria de la población.
Además, la informalidad laboral afecta a más del 60% de los trabajadores, limitando su acceso a seguridad social y estabilidad, y a largo plazo, presiona las finanzas públicas, ya que gran parte de esa población que hoy está en la informalidad necesitará de pensiones no contributivas para sostenerse al alcanzar la adultez mayor. Al respecto, la situación de las mujeres es aún más desafiante, porque ellas se enfrentan a barreras significativas en términos de igualdad de oportunidades, ya que el ingreso promedio de las mujeres es apenas el 79,2%[2] del ingreso promedio de los hombres en Paraguay, a pesar de contar con más años de estudio, así mismo, también, hay una sobrerrepresentación de mujeres en actividades inestables, de baja productividad y sin protección social.
De cara al 2025, los retos en lo económico destacan diversificar la economía, promover la industrialización y fortalecer la resiliencia ante el cambio climático. Mantener la estabilidad macroeconómica, con bajos niveles de inflación y de déficit fiscal, es clave para garantizar la confianza en los mercados, preservar el grado de inversión y atraer inversiones estratégicas. Y, en lo social, priorizar la formalización laboral y la reducción de las brechas de género son indispensables para construir una sociedad más equitativa. La asignación de recursos para educación, salud y seguridad social asegurará el bienestar de la población, la igualdad sustantiva y la inclusión para todos y todas.
Nota: Los datos provienen de fuentes oficiales y son referenciales.
[1] Según las proyecciones de crecimiento de CEPAL en https://www.cepal.org/es/publicaciones/81104-balance-preliminar-economias-america-latina-caribe-2024
[2] Fuente: INE. Encuesta Permanente de Hogares Continua 2022-2024.
[3] Según las proyecciones de crecimiento de CEPAL en https://www.cepal.org/es/publicaciones/81104-balance-preliminar-economias-america-latina-caribe-2024
[4] Fuente: INE. Encuesta Permanente de Hogares Continua 2022-2024.