Por Ana Balbuena https://www.linkedin.com/in/anaibalbuena/
Esta vez, quiero invitarlos a imaginar por un momento que estamos en el futuro…no un futuro lejano, sino dentro de cinco. Las profesiones han cambiado, la tecnología avanza a una velocidad que a veces asusta, y la forma en que trabajamos y aprendemos ya no se parece a lo que conocíamos. Los estudiantes de hoy —los que están terminando el colegio— se preparan para entrar a un mundo donde muchas profesiones tradicionales se habrán transformado, y donde surgirán otras que todavía no existen.
En este contexto, elegir una carrera ya no es solo una decisión académica. Es un ejercicio de imaginación, estrategia y, sobre todo, autoconocimiento.
El desafío de elegir en tiempos de cambio ¿Cómo decidir cuando el futuro parece tan incierto? Esa es la pregunta que se repite en miles de hogares cada año, cuando los adolescentes se enfrentan al momento de definir “qué van a estudiar”. La respuesta, sin embargo, no está en las estadísticas del mercado laboral ni en las modas del momento, sino en algo mucho más profundo: descubrir quiénes son, qué los motiva y qué tipo de impacto quieren tener en el mundo.
El papel de la educación y la familia
Creo firmemente que la educación es uno de los pilares más poderosos del desarrollo humano. Es un tema que siempre me ha interesado y me ha ocupado, porque estoy convencida de que la educación transforma vidas, abre posibilidades y fortalece a las sociedades.
Educar no es solo enseñar contenidos: es abrir puertas, despertar curiosidades, cultivar pensamiento crítico.
Por eso, acompañar a los jóvenes en este proceso es una oportunidad invaluable para guiarlos, no hacia “la carrera perfecta”, sino hacia una vida con sentido.
A los padres les diría que el rol no es decidir por sus hijos, sino acompañarlos con preguntas, escucha y confianza. Les diría que no proyecten sus propios miedos, expectativas o deseos; que los ayuden a que ellos se animen a explorar, a equivocarse, a volver a intentar.
Las trayectorias hoy son más flexibles que nunca. La estabilidad está en las habilidades, no en los títulos.
Explorar antes de decidir
Una de las herramientas más valiosas que tenemos hoy es la posibilidad de explorar antes de elegir. En algunos espacios educativos —como el taller de Empleabilidad que impulso— los estudiantes utilizan inteligencia artificial para simular un día de trabajo en distintas profesiones, y luego comparan esa experiencia con la realidad actual. Ese ejercicio no solo amplía su mirada, sino que les enseña que el futuro no se espera: se diseña.
El futuro se construye
Al final del camino, la elección de una carrera no es un punto de llegada, sino de partida. Es la primera gran decisión consciente de la vida adulta, y puede vivirse con ansiedad o con curiosidad. Ojalá cada joven pueda elegir desde el deseo, no desde el miedo.
Porque el futuro —el de ellos, y el de todos nosotros— se construye todos los días, con educación, imaginación y compromiso.
Cada conversación sobre el futuro puede ser una oportunidad para sembrar curiosidad, no miedo.
Acompañemos a los jóvenes a imaginar, a probar, a aprender. Porque cuando una persona elige desde el sentido, no solo transforma su camino: transforma también la sociedad que está ayudando a construir.
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