Por Gonzalo Quintana
El discurso del Presidente fue muy bueno porque dijo lo que tenía que decir para generar una expectativa positiva. Hay frases elocuentes, por ejemplo: “…quiero que sepan que entiendo ese desafío y no me cansaré de trabajar para ganar LA CONFIANZA DE CADA UNO DE USTEDES”.
Yo, por formación, no estoy seguro de nada. Pero, debo decirlo – no puede ser que yo esté tan equivocado – estoy casi seguro que el Presidente entiende lo que pasa y sabe que tiene que replantear las bases éticas y políticas de su gobierno. Repito, la inteligencia está. Falta comprobar la voluntad que se verá en sus discursos, en las decisiones, en los hechos.
Por lo que dijo, la forma que lo dijo y el espacio que le dio, sabe que en un año de gobierno produjo decepción y le puso al límite de la confianza, rayando a la pérdida de credibilidad. Por eso quiere “GANAR LA CONFIANZA”.
Es una frase que produce efecto positivo para los que entendemos que nuestro país necesita un buen gobierno del color que sea antes que la decepción llegue a la democracia y perdamos el proceso hacia ella.
La corrupción y la banalización de la política son como la gangrena que va acabando con la posibilidad de tratar con eficiencia los temas que exigen rigor y honradez. Los temas serios no pueden ser tratados por gente corrupta y de forma kachiai.
Pero, la expectativa positiva crece porque algo cambió en el “quincho” donde se mueven los principales actores de la trama política. Algo cambió en el escenario político creando un ambiente que le permitiría al Presidente desarrollar su propio libreto.
Es posible que el cambio sea cosmético porque los datos, los números, los “focus”, las encuestas, les indica que hay que maquillarse.
Quien se hubiese imaginado escuchar al actual Presidente de la Cámara de Senadores hablar de “oportunidad única de reivindicame” o “prometo ser un demócrata” o el de Diputados: “apuesto al consenso” cuando toda la trayectoria está marcada por la chabacanería, la soberbia y la pedantería.
En el ajedrez y en la política criolla, el alfil y la torre se moverán para proteger al Rey, no para constituir un nuevo liderazgo aglutinador para ganar la partida del desarrollo.
No me hago ilusiones, pero reconozco la oportunidad; los datos no le están resultando amigables. Es la oportunidad para que Mburuvicha Róga actúe en beneficio del país y de paso, -lo dije en post anteriores- ayudar a recuperar a su movimiento y a su partido…literalmente partido. Nadie se engañe con la “unidad”.
No me olvido de la fábula de “La rana y el escorpión”. La rana le salva al escorpión y una vez salvado, el escorpión le clava el aguijón y lo mata. ¿Por qué? Porque es su naturaleza.
Sin embargo, lo importante es que todos tienen una oportunidad más y aunque todos tienen “su naturaleza”, el Presidente puede aprovechar al máximo la suya.
Este escenario es inédito en este periodo de gobierno.