Por: Gonzalo Quintana
Apoyos que condenan. Abrazos sin afectos. Posiciones políticas que atemorizan. Educación politizada con fines electoralistas. Equipos que parecen más una banda, etcétera.
El primer aniversario en el gobierno se presenta muy complicado. El 15 de agosto, en el imaginario colectivo, es mágico, aunque casi nunca pasó nada trascendente.
Al Presidente se le puede presentar como una encrucijada (Según la RAE: Lugar en donde se cruzan dos o más calles o caminos. Situación en que resulta complicado decidir o elegir).
El recordatorio de las sanciones del Gobierno de los EEUU a HC y a TABESA hizo que afloren contundentemente las consecuencias de los errores conceptuales y las fallas éticas de la conducción nacional.
Las declaraciones en apoyo político a HC de parte de altos funcionarios sólo demuestran que él controla organismos, que deben ser independientes, blindados de la política, claves para el funcionamiento de la República. En consecuencia, corrompidos. Les dan la razón a los otros.
En esta semana se publica que el Senador (Silvio) Ovelar increpó duramente al ministro de Educación porque tomó decisiones administrativas, en el ámbito de su cartera, en el Departamento de Caaguazú, que por lo visto considera es un territorio donde él ejerce la soberanía.
Hablando de soberanía: las posiciones políticas anunciadas por la esposa del que no puede demostrar- hasta ahora- el destino de Gs. 500 mil millones, es en extremo preocupante porque es demasiado parecida a lo que sostienen los seguidores de Maduro en Venezuela.
Allá denunciar el fraude electoral es considerado un ataque a la soberanía de Venezuela. Es exactamente al revés: la soberanía reside en el pueblo y el que ignora su voluntad viola esa soberanía.
Confundir al mandatario con el Estado es un gigantesco salto atrás, lo ubica antes de la Revolución Francesa, a la época en que un Rey proclamaba “El Estado soy yo”.
Debemos parar con esta tendencia. El problema de HC es personal y no del Estado paraguayo. Si los Colorados lo consideran un agravio partidario, no hay problema. Allá ellos.
Lo más doloroso para los afectados es tener plena conciencia de que la mayoría de los abrazos no sirven ni como consuelo porque están cargados de intereses y desprovistos de afecto.El Presidente del Paraguay es Santiago Peña y él debe resolver que camino tomara ante la encrucijada. Algunos lo acompañarán, otros no. Así es la política.