Olympique de Lyon, uno de los clubes más laureados de Francia, ha sido descendido administrativamente a la segunda división. La decisión fue tomada por la Dirección Nacional de Control y de Gestión (DNCG), órgano que supervisa la salud económica de los equipos franceses. El club no cumplió con los criterios financieros establecidos, según informaron varios medios del país.
La resolución de la DNCG insta a la institución campeona en siete oportunidades de la máxima categoría, que incluye también la prohibición de fichar jugadores y un tope salarial, tiene como plazo el final de la temporada y aseguran que el pasivo a saldar oscila los 500 millones de euros, aunque para lograr evitar el descenso cautelar deberá llegar por lo menos a los 100 millones para no descender.
En Francia aseguran la escuadra buscará llegar a esa cifra exorbitante cifra prescindiendo de jugadores, un plantel con grandes figuras.
Al enterarse de la dura noticia que pone en riesgo la continuidad del equipo en la máxima categoría del fútbol francés, el dueño John Textor -quien hizo una exposición de dos horas dan explicaciones sobre la situación de su club- buscó dar tranquilidad a los fanáticos consternados por el mal momento y apuntó -sin nombrarle- contra la influencia del PSG.
«La reunión ha ido bien. Tengo confianza en nuestros números. Nunca puedo estar seguro de cómo ve un regulador estas cosas. Creo que la DNCG es independiente de algunas de las presiones que se ven, pero tenemos muchos enemigos, ya sabes, en la junta directiva de la liga, un gran club en Qatar», esgrimió
Jugadores como Karim Benzema, Hugo Lloris o Juninho Pernambucano han formado parte del legado del Lyon. El impacto del descenso podría ser devastador no solo para el club, sino para toda la Ligue 1.
Ahora, la directiva del Lyon tiene la oportunidad de presentar una apelación. El proceso podría prolongarse varias semanas, y todo dependerá de la documentación y garantías financieras que presenten.
Mientras tanto, la incertidumbre crece entre los aficionados y jugadores. El descenso no es deportivo, sino puramente económico, lo que refleja el poder del DNCG como regulador.
Si se confirma, sería uno de los golpes más duros en la historia reciente del fútbol francés.
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